Ecos.


Ecos

Cuando todavía resuena
un txakun de txalaparta
del cielo surge otra voz
y un coro de castañuelas.

Hoy subiré a mi tejado,
mendigo de dos ausencias.

 

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(Mi humilde homenaje a Xabier Lete y Enrique Morente)

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Xalbadorren heriotzean.

Adiskide bat bazen
orotan bihotzbera
poesiaren hegoek
sentimenduzko bertsoek
antzaldatzen zutena.

Plazetako kantari
bakardadez josia
hitzen lihoa iruten
bere barnean irauten
oinazez ikasia…ikasia

Nun hago, zer larretan
Urepeleko artzaina
mendi hegaletan gora
oroitzapen den gerora
ihesetan joan hintzana. (BIS)

Hesia urraturik
libratu huen kanta
lotura guztietatik
gorputzaren mugetatik
aske sentitu nahirik.

Azken hatsa huela
bertsorik sakonena
inoiz esan ezin diren
estalitako egien
oihurik bortitzena… bortitzena

Nun hago, zer larretan
Urepeleko artzaina
mendi hegaletan gora
oroitzapen den gerora
ihesetan joan hintzana. (BIS)


Xalbadorren heriotzean. (En la muerte de Xalbador)

Había un amigo entrañable y sensible
transfigurado por las alas de la poesía,
por los versos surgidos de un profundo sentimiento,
un cantor que iba por las plazas aterido de soledad,
que había aprendido con dolor
a tejer palabras y a expresarse contenídamente
desde la insobornable verdad de su ser interior.

Dónde estás hoy, en qué praderas
pastor de Urepel,
tú que huiste
hacia las altas cumbres,
hacia el mañana que perdura en el recuerdo…

Liberaste tu canción demoliendo el cerco,
buscando la libertad
más allá de las ataduras y los límites de tu cuerpo,
convirtiendo tu último aliento en el verso más profundo,
en el grito contundente
de las verdades ocultas que jamás se pueden expresar.

Dónde estás hoy, en qué praderas…


Pequeño Vals Vienés.

En Viena hay diez muchachas,
un hombro donde solloza la muerte
y un bosque de palomas disecadas.
Hay un fragmento de la mañana
en el museo de la escarcha.
Hay un salón con mil ventanas.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals con la boca cerrada.
Este vals, este vals, este vals,
de sí, de muerte y de coñac,
que moja su cola en el mar.
En Viena hay cuatro espejos
donde juegan tu boca y los ecos.
Hay una muerte para piano
que pinta de azul a los muchachos.
Hay mendigos por los tejados.
Hay frescas guirnaldas de llanto.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals que se muere en mis brazos.

Porque te quiero, te quiero, amor mío,
en el desván donde juegan los niños,
soñando viejas luces de Hungría
por los rumores de la tarde tibia,
viendo ovejas y lirios de nieve
por el silencio oscuro de tu frente.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals del «Te quiero siempre».
En Viena bailaré contigo
con un disfraz que tenga
cabeza de río.
¡Mira que orillas tengo de jacintos!
Dejaré mi boca entre tus piernas,
mi alma en fotografías y azucenas,
y en las ondas oscuras de tu andar
quiero amor mío, amor mío, dejar
violín y sepulcro, las cintas del vals.

~ por Gotzon en 14 diciembre, 2010.

3 respuestas to “Ecos.”

  1. Bello homenaje

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  2. Precioso homenaje. El texto y la selección musical.
    Un abrazo

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  3. Me alegra que os haya gustado.

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