Crónicas de mi Robot -(1)- El Prototipo.


Crónicas de mi Robot -(1)- El Prototipo.

No sé ni cómo se me ocurrió la extravagante idea de diseñar un robot sin apenas medios técnicos. Ustedes podrán juzgar si mi experimento resulto medianamente exitoso o si, como estoy empezando a pensar, fue un fracaso monumental.

Preparé una nomenclatura inicial de los elementos básicos necesarios para el diseño de un prototipo y me puse manos a la obra. Comencé realizando pruebas con algunos electrodomésticos inservibles que tenía en la habitación de los trastos. Piezas de lavadora, material electrónico extraído de ordenadores y aparatos de música diversos, batidoras, freidoras, un frigorífico, la vieja televisión en blanco y negro, el reproductor de video beta, en fin, esas cosillas que todo ser humano guarda habitualmente en casa por si algún día las vuelve a necesitar o simplemente un singular alineamiento de planetas le da la pista clave para ponerse en serio a intentar repararlos.

Es sorprendente cómo una vieja licuadora realiza perfectamente su función como aparato digestivo. Solo tuve que modificarle las cuchillas y un par de conexiones eléctricas, ahora es bastante efectiva. Al principio lo ponía todo perdido con una mezcla viscosa de mejunjes varios que recordaban al blandiblup, solo que era bastante más acuoso y se esparcía con facilidad por suelos y paredes. El prototipo parecía sufrir incontinencia, recordé lo que se sufre al tener gastroenteritis aguda y le introduje cantidad de píldoras anti diarreicas, como podéis imaginar, no funcionó.

Entonces pensé que quizás corrigiendo el sistema de filtros y añadiendo un par de recipientes al grupo formado por la cadena, piñones y platos de mi vieja bicicleta evitaría el asunto. Ideé un retro-alimentador con salida hacia una especie de vejiga metálica que funciona de maravilla. Es capaz de transformar cualquier residuo orgánico en energía. Claro que tras un uso continuado, el biocombustible tiende a perder propiedades, entonces es enviado directamente a la vejiga metálica, cuando esta llega a un límite, un simple final de carrera manda la señal al procesador para que el robot sienta unas terribles ganas de evacuar (por ahora, el viejo aspirador hace sus pinitos como intestino grueso…). Todo hay que decirlo, con el sobrante obtengo un compost excelente para mi pequeña huerta ecológica.

La parte más complicada fue el diseño del cerebro. Para empezar coloqué una CPU que me encontré en la basura (la gente es que tira las cosas en cualquier sitio…) a la que añadí una serie de nódulos conectados de microprocesadores. Me costó unas semanas programar el software auto-evolutivo. La interfaz para comunicarme con el complejo neuronal consistía en una sencilla modificación de sistema Linux. Logré que el resto de la electrónica obedeciera las órdenes que le enviaba desde el teclado inalámbrico y la parte mecánica las ejecutara. Aún me pregunto cómo pude olvidar algo tan primordial como implantarle un dispositivo óptico. La primera vez que lo inicié,  preparó semejante destrozo en la casa que tuve que mantenerlo desconectado unos meses hasta limpiar todo aquel caos y buscar la solución durmiendo en el albergue municipal.

Cuando retorné al hogar, simplemente le adjunté dos webcam y un monitor LCD, la cosa mejoró bastante aunque no se parecía en nada estéticamente a mi idea principal. Casi me da vergüenza decir que antes del proyecto pensé en algo similar al Terminator de la película de James Cameron y ahora tenía un friki-robot al que no dirigiría la palabra ni el mismísimo C-3PO de Star Wars.

Más adelante, acaparé en la planta de reciclaje gran cantidad de discos duros, una BIOS aceptable y varias placas base que pude reparar y reorganizar para concluir por fin un cerebro medianamente decente. Tuve que colocarle varios paneles fotovoltaicos detrás de la pantalla, ya que consumía demasiada energía y con el material orgánico no lograba autonomía suficiente, de paso aproveché y le coloque unos pequeños tubos de vacio a modo de panel solar térmico, se me ocurrió que con él podía calentar agua para una pequeña cafetera, que hacía la función de depósito de inercia y le convencí para que me hiciera café mientras lo iba completando.

En mala hora se me ocurrió lo de la cafetera. Se ha convertido en un barista aficionado y no hay quien le soporte. Resulta que en el barrio han abierto un restaurante cuyo dueño es un barista profesional con multitud de premios en ese arte, para mí hasta entonces desconocido, del mundo del café. Todas las mañanas tengo que ir a buscar a este amasijo de resistencias y condensadores al maldito restaurante y pagar de mi bolsillo los kilos de café que ha derrochado practicando su nueva afición. Ya estoy más tranquilo después de negociar con el vecino del restaurante que prohíba la entrada a máquinas inteligentes si no van acompañadas por un ser humano.

Aún así, mi ciber-barista privado continua obsesionado, y ya me está reclamando que le coloque junto la cafetera italiana mi máquina de café expreso. Reconozco que prepara unos carajillos de aúpa, pero voy a acabar arruinado con tanto capricho. Dios quiera que encuentre pronto un trabajo digno, sino voy a tener que pedir un préstamo, y yo no soy muy dado a acudir al banco…

El tema de las baterías ha sido un problema desde el inicio, ya que pesan demasiado. La estructura se desestabilizaba y perdía el equilibrio. Cuando no estaba andando semejaba una muñeca matroska unas veces y un intrigante perpetuum mobile otras. Aparentaba cierto aire chaplinesco al caminar, me apenó tener que modificarle el sistema motriz. Me reía mucho cuando intentaba dar giros o cuando doblaba una esquina y escuchaba el posterior batacazo metálico seguido del grito escandaloso de alguna señora.

Un buen amigo mío, que casualmente iba a cambiar su silla de ruedas por un sistema más adecuado a los nuevos tiempos, me hizo un precio excelente por su vieja silla manual. Resulta ideal para soportar el peso de las baterías. Ahora mi robot tiene ruedas en lugar de los émbolos que cumplían como sus piernas. Suele frecuentar a diario el ayuntamiento para quejarse acerca de sus problemas de movilidad urbana, pero sus reivindicaciones caen siempre en saco roto. El asunto es que no aceptan darle un padrón a lo que ellos consideran un simple montón de chatarra parlante y sin papeles no le atienden en ninguna ventanilla, Ojalá los políticos tomaran nota y se actualizaran un poco, que ya llevamos dos lustros en el siglo XXI… En fin.

Como tengo ADSL con wifi en casa, le proporcioné un router con acceso inalámbrico y está siempre conectado a la red, pero claro, dejó una temporada de salir a la calle, se estresaba muchísimo sin poder conectarse para consultar información sobre infinidad de materias que iba descubriendo cada día. Recientemente ha descubierto que cerca de mi casa hay bancos por doquier (y no me refiero a los de sentarse, ni mucho menos) y se las apaña para acaparar toda la banda ancha que proporcionan. Yo, como ya he comentado anteriormente, me mantengo bastante alejado de esos lugares, por si las moscas…

Así es feliz, mientras descarga sus códigos y algoritmos para evolucionar su cerebro electrónico (y algún estreno cinematográfico que le pido que me baje con emule…). Además, estando al aire libre, aprovecha la energía solar  para cargar las baterías y no me roba la cena para conseguir su combustible. Ya hace dos semanas que tengo la despensa temblando… Cuando miro de reojo a mi gata, corre como una condenada, que instinto de supervivencia tan extraordinario tienen los felinos.

Y bueno, poco a poco voy modelando sus piezas y va cogiendo una apariencia… yo  no la llamaría humana, ¿Cómo diría yo? Pues eso, que ya está empezando a dejar de parecerse a una especie de mezcla entre escultura de Oteiza y el muñeco Bob esponja. Creo que ya va siendo hora de ponerle un nombre adecuado.

~ por Gotzon en 17 enero, 2010.

3 respuestas to “Crónicas de mi Robot -(1)- El Prototipo.”

  1. ¡Muy divertido, Gotzon! Vaya pareja de dos, espero que le encuentres un nombre adecuado y continuen sus peripecias.
    SALUDOS

    Me gusta

  2. Hazle adicto al lubricante sintético y luego se lo racionas, lo tendrás comiendo en la palma de la mano, jajajaja.
    Saludo

    Me gusta

Deja un comentario